billetes firmados

Los short snorters se popularizaron entre los pilotos de “vuelos salvajes” de Alaska en la década de 1920. Más concretamente, su mito fundacional data de agosto de 1925. Estos short snorter no eran más que billetes que firmaban los miembros de la tripulación que viajaban juntos. La tradición dictaba que los firmantes deberían llevar su short snorter consigo (se entiende que se hacía una copia para cada firmante), de manera que si algún firmante pedía a otro que le mostrase su certificado y este no podía hacerlo, tendría que pagar un chupito a todos los otros firmantes presentes; de ahí el nombre, ya que short snorter significaba “chupito” en la jerga gringa de la época (“trago” o “shot“, en Hispanoamérica). Este uso se fue popularizando entre los pilotos primero y luego entre otros grupos de soldados durante la Segunda Guerra Mundial. 

Era muy típico que estos billetes los firmasen los soldados estadounidenses que cruzaban juntos el océano, ya sea el Atlántico o el Pacífico. También había veces que los firmaban los miembros de un batallón o grupos de soldados que coincidían en un lugar por el motivo que fuese. Cuando los firmantes eran tantos que sus firmas no cabían en un mismo billete, simplemente pegaban dos o más billetes para seguir firmando. Para que os hagáis una idea, el más grande de todos los existentes, supone más de 400 billetes juntos y tiene 61 metros de largo (esto es pasarse, los que he visto no llegan a 20 billetes pegados).

Me resulta una tradición muy interesante porque mezcla varios aspectos. Lo primero, da una sensación de grupo y de unidad, lo cual es muy bueno en un escenario bélico. Lo segundo, es un juego de beber, que ya de por sí puede generar bromas y puede entretener a los jóvenes firmantes. Lo tercero, hay una promesa implícita de volverse a reunir en un momento en el que los firmantes se están jugando la vida (no solo en la guerra, los vuelos salvajes también eran peligrosos en la década de 1920). Lo cuarto, los short snorter eran recuerdos de personas y momentos vividos. Por último, los short snorters que se portasen eran una buena muestra de veteranía.

Esta tradición castrense no solo involucraba a los jóvenes soldados. Muchas veces los oficiales, e incluso altos mandos, firmaban esos billetes entiendo que para que sus subordinados les viesen como uno más. Lo que es más interesante es que durante la Segunda Guerra Mundial también se popularizó en la vida civil estadounidense (hay que entender que la sociedad entera estaba fuertemente militarizada). Tal fue la popularidad de los mismos que hasta Coca-Cola hizo un cartel de propaganda donde proponía ofrecer una Coca-Cola en vez de invitar a un chupito al reencontrarse los colegas firmantes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *